sábado, 11 de diciembre de 2010

Anochece pero la luz no desaparece.

Es en ese momento cuando amanecen corazones inquietos, corazones aturdidos por luces soñolientas, corazones desbocados que provocan oleajes disipados entre lunas.
Es en ese momento cuando la luz más brilla, cuando mi persona se halla en la penumbra acompañado por el lápiz y los papeles que pueblan mi suelo, arropado por las letras que forman mis textos, distraído por los sonidos del silencio.
Es en ese momento cuando la calma reina en la Tierra y la lluvia limpia su reflejo, cuando el insomne se desvela disipando las dudas que pueblan su cabeza.
Es en ese momento cuando las mentes desfallecen en los sueños divertidas, riéndose de nuestros pensamientos más profundos y hondos. Pensamientos estancados en la dureza de los tiempos modernos.
Es en ese momento cuando las palabras brotan describiendo el primer vuelo, cuando las primeras lágrimas secas saludan desde el suelo.
Es en ese momento cuando las palabras definen la razón con corazón y no el corazón con razón.
Es en ese momento cuando la confluencia de textos forma ríos de palabras, ríos que despejan el alma decaída, alma que despierta bajo gritos de rabia.
  • Es en ese momento cuando anoche pero la luz no desparece.

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